Caída la noche en mi almohada
Y vencidos mis temores profanos,
Navego cuesta arriba en busca del cenit de tu mirada
Doblegado y rendido, cual paloma en tus manos
Inmerso en este juego perverso del amor.
Luna nueva, observas mi ilusión
Universo atrapado en cuerpo de mujer,
Cultivando alegres historias del ayer
Invulnerable al deseo, la pasión.
¿Adonde vas, pequeña y dulce tentación?
La esperanza yace herida en mi corazón
Ubicua inmortal, inquieta mariposa aventurera,
Nardo que crece en mis fronteras
Imperturbable, libre de este sentimiento y ambición.
Todo en ti trastorna este mi mundo de soledad
Alimentando sueños y esperanzas,
Motivo de sonrisas ilusas es tu añoranza
Ideal de vida, motor de mi ansiedad.
¿Adonde partirás sin mí al amanecer, cielito estrellado de bondad?
Para tí, querida amiga, que respiras oculta entre mis letras.
lunes, 10 de enero de 2011
El Paseo de los Tristes
En el paseo de los tristes
hay un alma que
llora en las noches de San Juan.
La Luna insiste
en afirmar que pena por amor,
que es fruto de una maldición.
La Alhambra recuerda que allí
les contemplaba sonreír,
y al alba se amaban,
Granada se ruborizaba al ver su amor.
Fueron muriendo así los días pero algo ocurrió,
la religión los separó.
Ella era hija de un cristiano
y él de un musulmán,
La inquisición lo ejecutó.
El Albaicín se estremeció,
y con su sueño ella murió.
Y ahora se buscan
cada uno en su propio cielo y no se ven.
¿Dónde estás? Mi amor, ¿dónde estás?
Sin ti no puedo morir.
Sin ti vagaré.
Y desde entonces le acompaña
una estrella que
desde el cielo cuida de él.
Si crees en Dios, crees en Alá,
sé tolerante y menos rezar.
Y acepta el credo
y la sexualidad del que no es igual.
Es mejor dejarte marchar.
Señor, ¿dónde está mi amor?, devuélvemela.
Señor, ¿dónde está?
Señor, ¿dónde estás?
¡¡¡Señor!!!
hay un alma que
llora en las noches de San Juan.
La Luna insiste
en afirmar que pena por amor,
que es fruto de una maldición.
La Alhambra recuerda que allí
les contemplaba sonreír,
y al alba se amaban,
Granada se ruborizaba al ver su amor.
Fueron muriendo así los días pero algo ocurrió,
la religión los separó.
Ella era hija de un cristiano
y él de un musulmán,
La inquisición lo ejecutó.
El Albaicín se estremeció,
y con su sueño ella murió.
Y ahora se buscan
cada uno en su propio cielo y no se ven.
¿Dónde estás? Mi amor, ¿dónde estás?
Sin ti no puedo morir.
Sin ti vagaré.
Y desde entonces le acompaña
una estrella que
desde el cielo cuida de él.
Si crees en Dios, crees en Alá,
sé tolerante y menos rezar.
Y acepta el credo
y la sexualidad del que no es igual.
Es mejor dejarte marchar.
Señor, ¿dónde está mi amor?, devuélvemela.
Señor, ¿dónde está?
Señor, ¿dónde estás?
¡¡¡Señor!!!
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